Bruxismo y osteopatía

El bruxismo es mucho más que apretar los dientes cuando se duerme. Puede que alguna vez te hayas levantado sin poder mover la mandíbula o con mucho dolor de cabeza, que en el dentista te haya insistido en llevar una férula de descarga por el desgaste de los dientes o que no dejes dormir a tu pareja del ruido que haces cuando rechinas. ¿Te suenan estas situaciones? Y es que el bruxismo ocurre con una prevalencia del 31% de la población adulta. Vamos a conocerlo un poco mejor.

Qué entendemos por bruxismo

La Academia Americana de Medicina del Sueño, en su Clasificación Internacional de trastornos del Sueño, define el bruxismo como “el acto repetitivo o continuo de apretar, o frotar los dientes”.

Distingue entre dos tipos de bruxismo: el del sueño (el cual puede ser a su vez rítmico [fásico] o no rítmico [tónico]) y el del día (en vigilia, cuando estamos despiertos). Además, existe otra clasificación del bruxismo: excéntrica (rechinar los dientes) o céntrica (apretar los dientes)

Varios estudios relatan que del 85% al 90% de la población ha sufrido algún episodio de bruxismo en algún momento de la vida. Por ello, es tan importante para buscar un tratamiento eficaz.

En ambos bruxismos, la fisiopatología por la cual ocurre es desconocida y multifactorial. Sin embargo, la principal hipótesis aceptada es que estos movimientos mandibulares están causados por mecanismos que implican el sistema nervioso central y autonómico. Así pues, encontramos factores de riesgo como: tabaco, uso de ciertos medicamentos, problemas respiratorios o personas con altos niveles de estrés y ansiedad.

Como ya hemos comentado, el bruxismo tiene un origen mediante vías centrales (sistema nervioso) y es por ello que la gestión de este trastorno también tiene que pasar por un control neurológico y cognitivo.

Hay que destacar que el hecho de apretar los dientes no está asociado con ningún tipo de mala oclusión (mal contacto de los dientes). Es decir, no por tener una mala oclusión seremos candidatos a desarrollar bruxismo. Pero sí está visto, que, si sufrimos bruxismo, tendremos mayor tendencia al “apiñamiento o amontonamiento” dental.

Asimismo, existen estudios publicados recientemente (2020) en los que se afirma que niños/as y adolescentes diagnosticados con déficit de atención o trastorno de hiperactividad tienen alta probabilidad de desarrollar bruxismo en comparación con gente de su edad no diagnosticados con estos trastornos, en concreto una prevalencia del 31%.

El diagnóstico standard de referencia se basa en la polisomnografía (grabación de audio y vídeo, donde se registra la actividad cerebral, el ritmo cardíaco, niveles de oxígeno en sangre, respiración y actividad muscular durante el sueño). Además, será necesario el examen clínico por parte del profesional y la observación de uno mismo.

Síntomas y signos que provoca el bruxismo

El bruxismo una de las patologías más peligrosas para el sistema estomatognático, ya que produce:

  • Lesión dental
  • Ruidos de rechinamiento que perciben las otras personas
  • Dolor y fatiga de la musculatura mandibular (maseteros, temporales y pterigoideos externos e internos, principalmente)
  • Activación muscular cervical de aquella musculatura que comparta inervación con el sistema muscular mandibular: está demostrada la co-activación de la musculatura del cuello mientras apretamos la mandíbula durante largos tiempos y baja carga (cargas submáximas, es decir, lo más semejante a la realidad).
    Así pues, se ven afectados músculos como el esternocleidomastoideo (ECM), semiespinoso de la cabeza y del cuello, esplenio de la cabeza, angular del omóplato, trapecio, multifido cervical y musculatura supra e infrahioidea.
  • Dolor cervical
  • Dolor de cabeza matutino predominantemente
  • Trastornos de la articulaciones temporomandibular (ATM)
  • Cansancio matutino
  • Dolor facial
  • Crecimiento de torus mandibular: el torus es un crecimiento óseo lento en la mandíbula o el maxilar. La hipótesis de este crecimiento argumenta que, cuando la carga en un punto óseo aumenta, este hueso se remodelará lentamente para reforzarse y hacerse más resistente en cuanto a esa carga.

 

 

Detalles importantes anatómicos de la región mandibular para los pacientes

Resulta importante entender que el control de la región cráneo-oro-facial está dirigida por estructuras nerviosas y músculos provenientes tanto de la región cervical alta como de la región craneal. Por ello, es necesario que revisemos en consulta a través de nuestras exploración estas regiones.

Entre estas estructuras destacamos el Nervio Trigémino (V par craneal), la convergencia trigémino-cervical (lugar anatómico donde se ponen en contacto nervios tanto cervicales como de este nervio Trigémino), la propia región cervical (incluyendo articulaciones, nervios y músculos), la propia región mandibular, el nervio Facial (VII par craneal) y el nervio aurículo temporal (formado por la unión de ramas del V y del VII que da la sensibilidad en su mayor parte de la articulación temporo-mandibular).

Por un parte, este Nervio Trigémino es una estructura nerviosa que da sensibilidad a diferentes estructuras como las siguientes: la cara, las piezas dentales, los 2/3 anteriores de la lengua, las meninges, los senos (paranasales, frontales, maxilares, etmoidales y esfenoidales) y la piel anterior de la cabeza.

Y, por otra parte, controla el movimiento de la musculatura masticatoria, esa musculatura que activamos al comer o al apretar la mandíbula: músculo masetero, temporal, pterigoideo medial y lateral. También inerva el músculo tensor del tímpano, tensor del velo del paladar, milohioideos y vientre anterior de los músculos digástricos.

 

Por otro lado, debemos entender que todas estas estructuras mecánicas se encuentran bajo el control de elementos nerviosos, como el sistema nervioso, dividido a su vez en sistema nervioso voluntario y autónomo. Así pues, el sistema nervioso autónomo o vegetativo (SNA) es el encargado de regular procesos del organismo inconscientes y que se ejecutan de forma autónoma (como su nombre indica). El SNA está, a su vez, dividido en sistema autónomo parasimpático y simpático.

Para el desarrollo del bruxismo es importante saber que el SNA simpático está implicado en situaciones de estrés (factor de riesgo en el bruxismo) y urgencia, entre muchas otras. Este se encarga de liberar las llamadas catecolaminas (hormonas como la adrenalina, noradrenalina y dopamina).

 

 

Qué ofrecemos como tratamiento para ayudar al paciente

En el manejo del bruxismo debemos priorizar el tratamiento conservador y seguro, además de un tratamiento múltiple debido a su origen multifactorial; de hecho, así lo demuestran los estudios:

  • Tratamiento fisioterápico y osteopático. Actuaciones que tenemos en consulta tanto a nivel local (donde se desarrollan los síntomas), como a nivel global, para influir en la función del sistema nervioso del paciente con la intención de mejorar los síntomas y signos que este presenta.
  • Terapia postural. Posiciones en las que estamos “mal sentados” (como desplomados o tirados) provoca un aumento de la flexión cervical y de la traslación hacia delante de la cabeza. Esto provoca la activación de los nociceptores (receptores del dolor) cervicales periféricos en concreto de las ramas C1-C2-C3 que estimulan a su vez el ya nombrado núcleo trigémino cervical, dando como resultado dolor en la zona del cráneo y/o en la cara. Para lograr esta mejora postural usaremos ejercicio terapéutico y posturas de corrección postural que habitualmente enseñamos a los pacientes en consulta.
  • Tratamiento miofascial de todas aquellas estructuras musculares que encontramos con un aumento de la activación, tanto de la región mandibular como de zonas periféricas que presentan alta activación por su estrecha relación neural con la musculatura masticatoria.
  • Tratamiento articulación temporo mandibular. Estas articulaciones son las principales víctimas de esta acción de apretar los dientes, sufriendo intensos componentes de compresión articular. Estas pueden provocar dolor en regiones faciales o alrededor del oído, limitar los movimientos de mandíbula e, incluso, ruidos articulares durante el movimiento mandibular.
  • Tratamiento neurodinámico. Los nervios experimentan fuerzas de tensión, deslizamiento y compresión para adaptarse a los movimientos del cuerpo, de manera que estos pueden ser el origen de dolencias en el paciente. En el bruxismo existen diferentes estructuras neurales que pueden verse afectadas, principalmente nervio trigémino y nervio aurículo-temporal (unión del nervio trigémino y nervio facial). Para ello, utilizamos técnicas que nos permiten movilizar estos nervios para devolverles su funcionalidad.
  • Tratamiento osteopático. El tratamiento craneal nos permitirá regular la función del SNA. Y el tratamiento estructural nos ayuda a revisar los niveles vertebrales que están implicados tanto en el control parasimpático (ya está demostrado que estos se activan con las manipulaciones espinales como respuesta fisiológica) como en el control simpático de la extremidad cefálica, donde destacarán niveles altos dorsales como la región cervical.
  • Pautas de higiene mandibular. Se intentan eliminar las posibles parafunciones (movimientos sin utilidad o sin función aparente). Por tanto, se evitan los movimientos repetitivos como comer chicles, morderse las uñas, tics al mordernos los labios o mejillas, morder bolis, evitar grandes aperturas a la hora de comer para evitar grandes solicitaciones del complejo cóndilo-menisco o evitar comida de consistencia demasiado dura que nos hacen imprimir grandes fuerzas de compresión al complejo articular de la mandíbula.

Además, también encontraremos ayuda para abordar esta patología desde los siguientes puntos de vista:

  • Apoyo psicológico. Terapia cognitiva comportamental, manejo del estrés y la ansiedad a través de relajación y biofeedback, así como técnicas de relajación antes del sueño.
  • Tratamiento odontológico. Tales como son las férulas oclusales, las cuales son efectivas en el manejo de los síntomas y signos pero no en la causa del bruxismo.
  • Medidas dietéticas:
    • Suprimir la cafeína
    • Una suplementación en vitamina C provoca mejorías en la presión arterial y en el estado de ansiedad
    • Una suplementación con Mg y Ca. El magnesio frena el aumento de ansiedad. En situaciones de estrés se produce una excreción o pérdida de Mg evaluado en muestras de orina, lo cual conlleva a menos concentración de Magnesio a nivel plasmático (en sangre)
    • Una suplementación con Zn.
    • Una suplementación en vitaminas B
  • Tratamiento médico. En casos más extremos, por decisión médica, se puede recomendar un tratamiento farmacológico, que incluye desde infiltraciones de toxina botulínica hasta uso de medicación (benzodiacepinas, clonidina)

 

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